POEMAS PARA LAS BRIGADAS INTERNACIONALES

lunes, 23 de junio de 2014

On the road, 1936, un poema de Celia García López



On the road, 1936
A Felicia Browne, Mika “La capitana”, Martha Gellhorn,
Charlotte Haldane, Kati Horna, Mary Low,
Salaria Kea, Gerda Taro. In memoriam.

Caminaron con fusil y botas de barro
por los campos. Fueron infieles al olvido de la historia
dejaron las huellas que marcan los caminos que huyen del calvario
trazaron un rastro nítido, bien perfilado.
Valientes sin cruz de plata
que las sostenga.


CELIA GARCÍA LÓPEZ

lunes, 16 de junio de 2014

1936-1939, un poema de Fernando Sabido Sánchez



1936-1939

A los brigadistas que en nombre de la democracia
y la libertad vinieron a España para combatir el fascismo

El general golpista mete el dedo en las llagas del pueblo
invocando causa justa y ocultando la inmediación
a ancestrales derechos de sectas, familias y camarillas
A preguntas de los periodistas niega representar a las derechas
o las izquierdas, él es estrictamente un Dictador

La razón humana es impenetrable, miles de ciudadanos
se lanzan a las calles jubilosos desertando de su recién
conquistada libertad, del derecho a la educación, de las tierras
rescatadas a los terratenientes para vociferar acusaciones,
heridas confusas, sinrazón
Sus alaridos revientan los tímpanos al tiempo lamiendo
el ego del tirano que esconde su obscenidad maquillándola
con estigmas de revolución

El combate es desigual, la razón contra la fuerza, la libertad
frente a la tiranía de otros dioses, aunque mujeres, hombres,
jóvenes, viejos y románticos ciudadanos del mundo se unen
para defender la República, el futuro, la incipiente democracia

Derrotado, el ser se quebranta, el cobarde es dócil, la Patria
se yergue sobre perfiles invertebrados, vertederos de palabras prohibidas y libros inéditos de poetas asesinados o exiliados
La milicia modula a su antojo las débiles conciencias que gimen orgasmos ajenos, es la erótica del poder absoluto, el éxtasis precursor del sometimiento hasta la proclama final del vencedor; Cautiva y desarmada la libertad…hemos alcanzado nuestros
últimos objetivos

Los ciudadanos emprenden el regreso a la cotidianidad
en libertad vigilada, las víctimas de la delación y la barbarie
yacen desaparecidas en fosas comunes de carreteras y cementerios
y se exilia la justicia cabalgando sobre asnos saciados de estrellas
y entorchados

Consumatum est


FERNANDO SABIDO SÁNCHEZ

jueves, 12 de junio de 2014

Un poema de Begoña Abad



Y me hablaba el abuelo,
 con voz de que sólo yo le oyera,
porque aún sentía el miedo de entonces,
de las noches al sereno,
de aquel sereno con hambre y con sueño,
con el miedo pegado a la espalda negra,
con el miedo de nunca saber qué ocurriría luego.
Y con aquella negra suerte de estar en el bando equivocado
(siempre lo estuvo y, al parecer, eso se hereda).
Y me hablaba de que conoció a extranjeros
a los que no entendía, pero que sintió cerca,
salvando lo insalvable, muriendo en territorio
que nunca sería suyo.
Y el abuelo no sabía aún cómo era posible
que alguien lo dejara todo,
a los hijos también, a las mujeres-madres,
para venir a abrirse en canal
en las cunetas de otros
y a dejarse matar con la esperanza  intacta.
Y trajeron con ellos esa simiente
y la repartieron sin pedir nada
y la dejaron para que hoy,
todavía hoy, no hayamos sido capaces
de devolverles la luz de la memoria
como merecen.
Y el abuelo aquí, si levantaba la voz,
porque se iba encendiendo
como si ya hubiera permiso para nombrarles
y hacerlos vivos otra vez.
Y yo diría que el abuelo entonces
tenía los ojos más brillantes,
aunque él decía que era la puta “rija”,
que le hacía llorar como a los niños,
y se frotaba con rabia para que no le vieran
hacerse viejo de repente.

BEGOÑA ABAD DE LA PARTE

lunes, 9 de junio de 2014

Fosa común (v. 2.0), un poema de J. Jorge Sánchez



FOSA COMÚN (v. 2.0)
"La luz es la canción de los muertos"
Víktor Gómez

I


En su ausencia indomable los muertos son de todos y de nadie
(de aquello que no es
nadie -y cualquiera- puede ser dueño).

II


"Muertos míos de Rusia..." cantaba el poeta
reclamando su propiedad.
"Muertos míos de Rusia..." sollozaba
como si con sus lágrimas pudiera resucitarlos.
"Muertos míos de Rusia..." escribía
para conquistar la legitimidad de su muerte.
"Muertos míos de Rusia..." se lamentaba
queriendo secuestrar su desaparición
para hacerlos presentes de nuevo.
Pero en su pérdida absoluta los muertos no son de nadie,
"Sus" muertos le son tan ajenos
como los "nuestros".


En su cementerio, sea Yuste o Fuencarral,
en su fosa común, en su osario,
en su zanja perdida,
en sus restos irreconocibles,
imposibles de identificar,
desvanecidos,
ya polvo,
el panteón de los muertos no rinde cuentas más que ante sí mismo
como, en cierto sentido,
los libros, una vez pasado su tiempo,
no dialogan más que entre ellos
en el auditorio de la biblioteca universal.


En su tupida ausencia
en su silenciosa lejanía,
pues,
sólo cabe dejar a los muertos en paz.
Su luz es inaudible.
Viven en la absoluta libertad de la nada.

III


Mas no todos los muertos están irrevocablemente muertos.
Rigurosamente: nadie muere de una vez por todas cuando muere.

IV


En su perturbadora y sutil presencia
en su sigilosa cercanía
interpelan, convocan,
a unos, a otros, a todos
y se ofrecen a quienes responden a su apelación
mas siempre remotamente, con reservas,
sin entregarse completamente.


Si se han acercado
y hemos escuchado su luz
podemos reclamarlos como propios
y rendirles tributo.
Honrarlos a ellos y nada más que a ellos.
Si es necesario, escupir sobre las tumbas de sus enemigos:
no diré que no debemos hacerlo.

V


Sin embargo, deberíamos ser justos
y no abrazarlos mezquinamente.
Deberíamos recordar que, aunque se le parezca,
su vida no es la nuestra
y su muerte es la suya propia
no la de cada uno de nosotros.


Repito.
Si los queréis reclamar no diré yo cómo debéis hacerlo.
Únicamente, insisto, deberíamos ser justos.

VI


Yo los reclamo como míos porque oí a mi abuelo.

Y lo hago
porque con ellos victoriosos
los moros del viejo asesino
no hubieran sembrado de cadáveres las cunetas de Málaga
seguramente en Babi Yar las zanjas hubieran sido poco profundas,
como de huerto,
y la línea férrea de Oswiecijm no se habría desviado en un ramal
para acabar en una rampa.


Por eso son míos.

VII


Pero no cabe engañarse:
no me pertenecen aunque les honre.


J. JORGE SÁNCHEZ

martes, 3 de junio de 2014

Marchamos juntos, un poema de Esther Lapeña


MARCHAMOS JUNTOS

Vamos juntos a la guerra
como hermanos

marchamos juntos
cantamos juntos

reímos juntos
lloramos juntos

soñamos juntos
luchamos juntos

Vamos juntos
y sin embargo

estaremos muy solos
cuando empiece la guerra:

ante el miedo muy solos
muy solos ante la miseria

encontraremos la muerte solos
defenderemos nuestras vidas

regresaremos a casa solos
nadie nunca lamerá estas heridas

ESTHER LAPEÑA ALTABÁS